Una pequeña comunidad de adultos mayores

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Finalizaron por este año los encuentros para adultos mayores, y lo celebraron con un té de despedida y una enorme gratitud por lo vivido a lo largo del 2015.

Marcelo Ghilardi, uno de los participantes, nos comparte con alegría su experiencia:

Estas líneas están motivadas para hacer conocer las bondades de estos encuentros, para mejorar la memoria de quienes por su edad comienza a sentir la falta de recordación de momentos de su larga vida. Pero nos damos cuenta que esto no es lo más importante, sino el armar una hermosa comunidad de personas mayores, muchas prolíficas, con hijos, nietos y bisnietos, con mucho amor en su corazón, y cercanos a Dios, Jesús y María.

Refiriéndose a los encuentros, Marcelo recuerda:

Nos honran con la compañía de acompañantes espirituales, que nos abren al amor de Dios, nos leen el Evangelio del día, nos introducen en la oración y luego meditar en silencio por largos minutos. Hacemos suaves ejercicios con profunda respiración, movilizamos la parte superior del cuerpo y tratamos de mejorar la postura. Luego, volvemos al Evangelio, y al «eco» que cada uno recuerda y lo repite en voz alta.

Ya en septiembre comenzamos un curso de Biblia, coordinado por un profesor de Filosofía y Teología, con una gran capacidad pedagógica y una especial sensibilidad religiosa.

Y quisiera agregar mi propia imagen de lo vivido, tengo 82 años y gozo de buena salud, lo que me permitió vivir estos encuentros con muchas expectativas. No soy sociable, y de una marcada timidez, de una religiosidad activa, pero con muchos interrogantes…

Si bien fui educadoen las escuelas Marianistas, y tenía en la Virgen María mi respaldo y ayuda,  hoy reconozco que perdí muchas dudas, soy más sociable, aprendí a vivir con amor a Dios, a Jesús y al Espíritu Santo, y como siempre, a la Virgen María. Es un verdadero cambio en mi vida, no solo religiosa sino también en la vida diaria.

Y anima a muchos más a que se entusiasmen y participen:

Tenemos que hacer «mucho ruido» como nos pide el papa Francisco, y que sean muchos los afortunados en cambiar una vida vacía y sin motivaciones. El resultado: amar al prójimo y a tí mismo.