Un nuevo Retiro de Fuego reunió a más de 30 personas de la comunidad de la Parroquia Nuestra Señora del Carmen, de la villa 15, Ciudad Oculta.
Así en comunidad y «reunidos en Su nombre», ellos iniciaron el camino hacia la Pascua, en el primer domingo de Cuaresma. Compartimos el testimonio de Santiago, uno de los coordinadores.
Por Santiago Delfino
Gracias por sumarme a este equipo, me hacía falta saberme en este corral, el de Cristo. Estaba donde tenía que estar en esta semana de comienzo de Cuaresma, aprendiendo, siguiendo las huellas de estas personas, de esta comunidad, que sin dudas llevan a vivir el cielo, de estos sacerdotes, pastores, de los que pude oler como el mejor perfume, su «olor a ovejas».
En este tiempo de retiro hubo muchos velos que se fueron descorriendo, y en este camino enseñado y aprendido, los corazones se iban mostrando así como estaban, también el mío. Fueron días de ayuno, ese del que nos habla el papa Francisco, “ayuno que se preocupa por la vida del hermano, que no se avergüenza de la carne del hermano”, la comunidad de Ciudad Oculta, de la Virgen del Carmen, me ha enseñado a ayunar.
Comunidad bendita, corral santo del Señor, que nos enseña a ser todos en todo, que si uno falta la comunidad no está completa, que no molestan los enfermos, los desvalidos, que nada es no y todo es si, que el hermano completa mi vida, y yo la de él. Corazones sufrientes, amados por el Señor, alegría de las miradas, de las caricias, que me lleva a recordar y pararme ante cada uno, para que inclinándome honre su vida desde lo más profundo de mí.
En estos días, hemos vivido encontrados con nuestros hermanos, hemos aprendido a amar.
