Pentecostés: una fiesta de amor

¡Todos unidos en el amor! Esto es lo que celebramos en nuestro carisma del SEA: una manera nueva de ser y estar que es propia del corazón del carisma, que es «soy y estoy amando»; que recibo el SEA que me da el ser y existo y soy una exhalación del amor de Dios. Es un misterio tan, tan, tan grande, que por eso nos tenemos que despojar de tanto, tanto, tanto… hasta dar la vida, para quedarnos en Dios, amando. Todos juntos, como comunidad. Somos uno y nos despojamos de todo lo que no construye la unidad en nuestra forma de ser, y también en nuestra forma de estar… Decimos no a todo lo que no construye el amor en comunidad porque hemos hecho una alianza de Amor.

¡Queremos vivir en el amor! Pero nos chocamos en nuestra manera de ser y de estar con el límite de nuestra psicología, y hacemos macanas que lastiman a otros, sin querer hacerlas, porque no tenemos la intención de hacerlo, y aunque no tenemos la intención de hacerla, igual hacemos doler a los demás… Ayúdanos Señor, porque nuestra intención es amar. Pero después cuando somos tan provocados se dispara algo que no queremos y tenemos que aprender a callarnos, a no reaccionar, a caminar al ritmo de la compasión junto a nuestro hermano… Nos lleva toda la vida. Y cuánto nos duele, cuánto nos cuesta, y cuánto lo sentimos, y lo hacemos una y otra vez sin darnos cuenta. Y son en estas situaciones de la vida en comunidad, en las que tenemos que aprender a poner la mirada en el Señor que es quien nos consuela y nos permite seguir con el entusiasmo de la vida.

¡Vamos adelante! Queremos vivir de esta manera. Con la mirada puesta en vos Señor, y nuestra confianza en que es tu presencia la que rellena nuestros baches , riega nuestras sequías y hace vergeles en nuestros desiertos. Él es el que calma nuestra sed. Y en Dios, nuestros límites, que son tan dolorosos y pueden hacer tanto daño a otros, se hacen puerta para que su amor sin límites nos cure y nos consuele; y en el “mientras tanto” aprendemos a pedir perdón y a tenernos paciencia, y a descubrir juntos que en eso que nos pasa y nos lastima hay algo que todavía tenemos que aprender, y seguramente lo que tenemos que aprender es a perdonar más y más, a amarnos más y más. Y mientras decimos y exclamamos con toda nuestra vida: ¡cómo me gustaría que esto no estuviera pasando!, también podemos exclamar ¡Ven Espíritu Santo! Ayúdanos a aceptar lo que sí está pasando, a hacer que SEA en nosotros el amor en esto que nos está pasando. Esto toca el corazón de nuestro carisma, porque decir que SEA cuando las cosas están bien y nos viene bien a nosotros es relativamente fácil, pero decir que SEA cuando no queremos que sea….

Es Pentecostés entre nosotros. Y llenos del Espíritu Santo podemos cantar con María el Magnificat, exponiéndonos en nuestra pobreza, en nuestra vulnerabilidad, en nuestros límites y confiando en la fuerza de Dios que va tejiendo esta historia de amor de generación en generación. En el perdón y el amor de comunidad, en estos vínculos de amistad tan profundos que el Señor nos regala a esta comunidad fundacional. Aquí estamos todos: los que llegaron primero, los que llegaron después, los de la última hora… y yo estoy con ustedes, soy con ustedes. No me saquen de ustedes para ponerme en otro lado; yo estoy con ustedes, yo soy hija del SEA como ustedes. Yo estoy cantando con ustedes las mismas maravillas que Dios hace en nosotros. Estamos todos juntos mirando al Señor. Esperando todo en el Señor que es el único que puede colmar nuestros vacíos. Mirando juntos al Señor.

El Señor está continuamente enviándonos su Espíritu para que nosotros podamos ser comunidad de luz, para que podamos visualizar la luz entre nosotros, un manantial de luz que nos baña y riega nuestras relaciones. Penetra con tu santa luz en lo más íntimo del corazón de tus hijos. Lava, suaviza, riega, consuela, enjuga nuestras lágrimas… Y confiamos en que ya lo estás haciendo, no porque lo sentimos sino porque lo sabemos. El Señor hace lo que su bendición nos promete. El Señor ya nos está dando su Espíritu a cada paso, para que cada uno de nosotros, y todos juntos como comunidad, podamos dar el próximo paso.

Y nosotros decimos SEA a su promesa y nos abrimos a recibir el Espíritu. Y nos quedamos unidos en un abrazo del Espíritu, para que el mundo crea y para que SEA en nosotros y a través de nosotros en todo el mundo. Y llenos del Espíritu, junto a María cantamos gozosos el Magnificat. Y aunque lloramos, son lágrimas de amor que fecundan nuestra comunidad. Y así nos quedamos: en un abrazo de amor, en una fiesta de amor.

Extracto de meditación de Inés Ordoñez de Lanús, en la fiesta de Pentecostés, domingo 31 de mayo 2020.