«Es necesario emprender el camino al corazón que nos lleva al encuentro de lo que somos y de lo que da sentido a nuestra vida y desde allí, aprender a comunicarnos con los demás desde esas profundidades, animarnos a recibirnos y compartirnos de corazón a corazón… La compartida es un momento eucarístico, ya que en ella nos entregamos para alimentarnos unos a otros».(Asambleas Familiares, de Inés Ordoñez de Lanús)
Y desde San Fernando, dos personas que están cursando la Escuela Camino al Corazón en la Parroquia Nuestra Señora del Carmen, comparten con nosotros su experiencia en este «camino al corazón», siendo pan para los demás.
Elijo detenerme a contemplar
En este tiempo, desde que empecé a dar mis primeros pasos hacia la profundidad de mi
corazón, hay revolución en mi interior, casi constante, nada es ajeno a mis sentidos.
Y elijo detenerme a contemplar… ofreciendo a Dios eso que siento, eso que me emociona… y
broten las lágrimas, aunque no comprenda.
Adentrarme en esos senderos ocultos, no es fácil, confieso que me da miedo, y la idea de salir
corriendo muchas veces me ha rondado… Y todos los martes reafirmo la decisión de dar un
paso más, porque unas sonrisas llenas de luz, y alegría me invitan a pasar… al llegar a la
parroquia.
Abrir el corazón, y confiar que el otro me recibe, como el Padre Misericordioso, sin comentar,
sin juzgar, simplemente escuchando hizo que, como a barro seco que de a poco se va
agregando agua comienza a ablandarse, así siento que mi corazón se va enterneciéndose…
pidiéndoles a María que me conceda la gracia de un corazón sencillo y humilde.
Y me sorprendo cuanto amor hay a mi alrededor para recibir, y escuchar.
Mirando y aceptando mi propia historia y las de los demás hermanos, a la luz del Antiguo
Testamento, voy descubriendo sus huellas su presencia, y que en los momentos de angustias y
dolor no estuve jamás sola y como decía Santa Teresa con la «determinada determinación»
de ir vaciando mi corazón de inútiles cargas, para ir haciendo espacio, diciéndole «si» a su
constante invitación de habitar en mi y descubrir su presencia escondida en los detalles de
todos los días.
Eso me reconforta y siento que como bálsamo el Espíritu Santo va derramando en el
silencio de la oración.
Juana Bizarro (42 años)
Saber qué necesita Dios de mí
Cada vez que comienzo un taller o un retiro no es porque sienta que lo
necesito; que es un espacio para poder resolver algo que tengo como pendiente. Voy para
saber qué necesita Dios de mí. Qué cosa me va a mostrar.
Camino al corazón es estar con compañía de personas que tienen a Jesús muy en su ser y nos
dan la posibilidad de tocar, acariciar a Jesús.
Nos dan su testimonio de Jesús en sus vidas, y así me doy cuenta que también está en mí y
quiere simplemente que yo también lo muestre, que lo reconozca en mí, que escuche su voz y
él hará su obra que seguirlo está muy bueno! Porque en lo poco o mucha tristeza, en el poco o
mucho dolor, es mi decisión decirle SI, te seguiré donde me lleves, iré y lo hago con gusto, con
alegría de corazón.
Claudia Damico