Día de fiesta en Córdoba… tanto para celebrar!

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¡El viernes 15 de marzo se vivió una tarde de fiesta en la filial Córdoba! En el Colegio Madres Escolapias, tuvo lugar el Acto de Graduación de la 4ta promoción del CAE y el traspaso de Dirección de la filial. Con gran gozo recibieron sus certificados los nuevos Acompañantes Espirituales de manos de sus propios familiares y hermanas de comunidad. Fue un momento muy emotivo, con la cálida presencia de Inés Ordóñez de Lanús y de las familias y amigos de los egresados. Estuvieron también presentes talleristas, voluntarios, profesores, acompañantes de Buenos Aires y Marcela, como madrina de Córdoba.

Tras el Acto de Colación, tuvo lugar el traspaso de dirección, al que asistieron dos de las directoras anteriores, Gloria Palmero y Rosita Casto, sin olvidarnos de Cristina Schröder, espiritualmente presente desde el cielo. Ellas marcaron los inicios de la filial en la década de los 80, con Gloria como directora. En un emotivo acto, Inés Ávalos se despidió como directora y Diana Orortegui se consagró como nueva directora, durante cuatro años de servicio a la comunidad del Centro Santa María en Córdoba. Luego tuvo lugar la misa presidida por Monseñor Carlos Ñáñez y un brindis en el mismo colegio. ¡Y todo esto en el día en que nuestro Papa Francisco celebraba su primera misa como Papa!! Fueron tantos los motivos para celebrar, ¡que aquí en Córdoba seguimos profundamente agradecidos!!!

Por Verónica Heredia, alumna egresada del CAE

«Una habitación cerrada por muchos años, aunque esté vacía, termina por oler mal y se vuelve insana. El aire puro y los rayos del sol, especialmente si se trata del Sol sobrenatural y divino, limpia todo…»

Hoy llega a su fin un camino que emprendimos como comunidad hace ya cuatro años! Tiempo que parece haber pasado en un «abrir y cerrar de ojos…» A ninguno dejó de sorprendernos que haya llegado este día ya que no fue fácil ni para nosotros ni tampoco para quiénes nos acompañaron en él… Todos somos conscientes de las «peripecias» vividas, de los tiempos de incertidumbre, sin embargo se nos animó a confiar una y otra vez en «QUE SEA» siempre la voluntad del Señor para cada uno y para nuestra comunidad… y acá estamos… cerrando un ciclo de estudios pero también nuestros procesos personales… celebrando poder ver, mirar, oír y estar de manera diferente frente a lo que acontece día a día… Se hace difícil resumir en pocas palabras la vida en abundancia que se nos ha regalado, y no sólo vida interior, sino también la vida de Luz y de María que nacieron en medio de nuestro cursado y que por ello se convirtieron en las alumnas más jóvenes del CAE , y nuestra comunidad se llenó de tías, abuelas y abuelos (ja,ja,ja!) que no dejamos de mimarlas cada vez que teníamos la oportunidad… Se hace difícil también compartir los momentos de alegría, de oración, de aprendizaje y de fraternidad que vivimos… son tantos… ¡Cuánto nos hemos reído! ¡Cuánto camino recorrido en la aceptación de unos con otros…! ¡Cuánto conocimiento incorporado! ¡Cuántos puntos de vistas como consecuencia de lo que hace a la vida e historia de cada uno! ¡Cuánto enriquecimiento personal luego de cada compartida! ¡Cuánto disfrutamos de cada jueves! Como si eso fuese poco aprendimos también a vivir en la verdad… desde lo que verdaderamente somos, aprendiendo a tomar conciencia de todas las resistencias interiores que hay dentro de cada uno y que nos impiden muchas veces mirar nuestra realidad desde esta óptica… hoy podemos decir que vivimos, aunque sea un poco más, siendo un poco más fieles a nosotros mismos… más fieles a lo que Dios soñó para cada uno…

…… Y nada de esto hubiese sido posible sino nos hubiésemos animado a decidirnos por este camino pero tampoco sin el acompañamiento generoso, paciente y lleno de amor de quiénes fueron nuestras acompañantes durante todo este tiempo: Enriqueta Ordóñez , Marcela Villalonga, la Hna Guillermina e Inés Ávalos… ¡Cuánto por agradecerles a cada una! ¡Cuánto! Recibieron nuestras vidas con tanta gratuidad que es imposible poner en palabras lo que eso ha significado para nosotros. ¡Han sido nuestras parteras del alma! y eso es algo que nunca olvidaremos! GRACIAS de todo corazón por su acompañamiento fiel a lo largo de estos cuatro años!

Por supuesto que tampoco estaríamos acá sin la entrega generosa y desinteresada de todo el equipo de trabajo que conforma el CAE: directivos, sacerdotes, talleristas, profesores, tutores, secretarias, acompañantes y que nos encantaría nombrar pero el tiempo no nos deja… solo queremos que sepan que su misión es inmensa ya que la fe que tienen en el obrar de Dios para cada uno permite los procesos de transformación de los cuales son testigos año a año… No podemos dejar de nombrarte tampoco a vos, Inés Ordóñez, fundadora del Centro Santa María que fuiste el instrumento a quién Dios inspiró para crear, allá por el año 94, el CAE… Qué visión la tuya! que hermoso camino que nos proponés: dejar de ser «forasteros de nuestro propio corazón», para convertirnos en peregrinos de él! GRACIAS TOTALES! en nombre de toda esta promoción!

Por último el agradecimiento final es para nuestras familias, padres, hijos, esposos, esposas, comunidad de hermanas y a nuestros amigos por el apoyo brindado durante todo el tiempo que duró nuestro curso… Es a ustedes a quiénes acompañamos casi sin darnos cuenta día a día y a quiénes queremos regalarle toda la luz que el Señor ha depositado en nuestro corazón… a veces nos saldrá mejor y otras veces tal vez no… pero sepan que son para nosotros lo más importante que Dios nos ha regalado y que sin su caminar a nuestro lado nada tendría sentido… Terminamos con esta frase: «Si uno completa el viaje hacia su propio corazón, se encontrará con el corazón de todos los demás.» Creemos que estas palabras resumen con fidelidad el camino recorrido… porque hoy cerramos este ciclo no solamente encontrándonos con el Señor de la vida y con nuestro corazón sino también con el corazón de todas las personas que Dios pone en nuestro camino día a día… GRACIAS, SIMPLEMENTE GRACIAS POR AYUDARNOS A VIVIR DE AHORA EN MAS EL CIELO AQUÍ EN LA TIERRA…

(Discurso leído en el acto de colación)