Lo que estamos viviendo como Iglesia, como comunidad

ines_lanusPor Inés Ordoñez de Lanús

Querida comunidad,

Ya inmersos en la semana más santa del año, le pido al Señor la gracia de compartir con ustedes algo de lo que estamos viviendo como Iglesia, como comunidad. Es tan trascendente, tan patente tu presencia Señor; bendice mi atrevimiento en aproximarme a tu misterio.

Antes que nada los invito a que hagamos un acto de fe:

Estás presente Señor, lo creemos y estamos abiertos a reconocer tu acción y tu presencia.

Iremos recorriendo secuencialmente algunos de los hechos:

– La convocatoria de S.S. Benedicto XVI, al Año de la Fe. El propósito fue muy claro, poner a la Iglesia de pie situando a los creyentes en la encrucijada de volver a optar por Cristo renovando la fe en las cuatro dimensiones que había enunciado en Porta Fides – : la fe orada, celebrada, vivida y profesada, exhortando a reflexionar acerca de cómo vivimos y celebramos la fe, y si estamos dispuestos a ser testigos de la muerte y resurrección de Jesucristo.

benedicto-franciscoCimentó la reflexión en tres pilares: la Palabra, el Concilio Vaticano II y el Catecismo de la Iglesia Católica. Y así comenzamos el año…

– En febrero, poco antes de comenzar la cuaresma, anunció su resolución, tomada en oración y en libertad de renunciar al ministerio petrino por falta de fuerzas, físicas y emocionales, y dejar la silla vacante para que Jesucristo, Jefe de la Iglesia, pusiera como representante suyo a quien pudiera manejar la barca de la Iglesia en los mares que le toca navegar.

Este anuncio conmovió al mundo entero. Imaginemos cómo lo oró Benedicto, un teólogo excepcional y un místico. Sabía perfectamente qué estaba haciendo. Un acto revolucionario y profético, sólo posible de ser realizado por alguien desapegado de todo y confiando sólo en Dios.

– Lo hizo el domingo anterior al miércoles de ceniza, justo antes de comenzar la cuaresma. Durante 18 días, desde el anuncio hasta su retiro, advirtió, anunció y denunció en todas sus homilías y apariciones en público palabras muy significativas y que revelan mucho acerca de la situación actual del mundo y de la Iglesia.

– Y el hecho más significativo es su destino: se retiró para “subir al monte de la oración”. No abandona el barco, va al lugar que considera que es el mejor para él, un peregrino que le toca transitar la última etapa de su vida; el mejor lugar para seguir custodiándola: la oración. Y un estilo particular de vida: la eremítica; en íntima unión con el Señor y con los hombres. ¡Qué signo tan profundo y elocuente para nuestro tiempo!

– Bajando el monte de la transfiguración, y después de curar al joven poseído, Jesús advierte a sus discípulos desconcertados por su impotencia para expulsar aquel demonio, que esa clase de demonios, sólo se expulsa con la oración. Y es lo que está haciendo Su Santidad Benedicto XVI.

De esta manera manifiesta su amor a la Iglesia y su enorme confianza en Jesús. Desaparece de la vista de los hombres para dedicarse sólo a la oración; convertirse en un faro de esperanza para iluminar las muchas oscuridades de nuestro tiempo y en especial de la iglesia.

…y así llega el cónclave y la noticia del Papa argentino

-¡Qué decir! Seguimos, conmovidos, emocionados, sorprendidos y enmudecidos ante la elocuencia de Dios. Estamos viviendo una nueva primavera para la Iglesia. Anticipada en la convocatoria del Concilio, hace cincuenta años, y tan esperada!! Después de un crudo invierno, finalmente llegó. Estamos viviendo un verdadero Pentecostés, renació la fe, la esperanza y las ganas de apostar nuevamente al amor. Los que se habían ido está volviendo…estamos viviendo la Pascua!!!!

Por eso esta semana santa tiene que ser diferente. Ojalá que cada día renueve en nosotros el deseo de unirnos más y más a la gran entrega de Jesús. Dejemos que el fuego que vino a traer a la tierra arda en nuestros corazones y nos encienda. ¡Ya lo está haciendo!

Dejémonos reconciliar. No miremos para atrás…sólo para adelante y con la mirada puesta en Jesús y representado por el Papa Francisco y su mensaje. Sepamos ver y escuchar tantos signos; tan esperados y por eso tan bien acogidos, por la Iglesia y por la humanidad entera que grita a la Iglesia que seamos quienes somos!! Bendito SEAS Señor!!

Y para ahondar un poco más en su mensaje les propongo volver a leer y meditar su primera homilía como Papa. Francisco asume el día de San José y realza su misión de ser custodio de María, de Jesús y de la Iglesia. Nos invita a serlo unos de otros ejercitando esta custodia como lo hizo San José, con discreción, humildad, silencio, presencia constante y fidelidad total, aún cuando no comprende. Luego se pregunta cómo vivió San José su vocación; y nos dice: con la atención constante a Dios, abierto a sus signos y disponible a su proyecto y no tanto al propio.

– En estos días de semana santa asimilemos cada una de estas características para que se arraigue aún más en nuestros corazones la decisión de amar; entonces iremos perdiendo miedo a la bondad, nos atreveremos a la ternura, e iremos encarnando la misión de cuidarnos unos a otros, como lo exige el amor.

Los invito a memorizarlas:

Discreción, humildad, silencio, presencia y atención constante a Dios, fidelidad total, abierto a los signos y disponible a su proyecto.

– Reflexionemos acerca de cada una de ellas. ¿Cuál es la que más debo ejercitar? ¿Por qué?
¿Cuál es la que más debo ejercitar en la familia, en el trabajo y en la comunidad? ¿Por qué?

– Recemos por el Papa Francisco, recemos unos por otros y que cada uno rece por sí mismo a fin de que estas virtudes se encarnen y manifiesten en una comunidad que ha elegido servir al amor, testimoniarlo y entregar la vida en unión con Cristo a fin de que el amor con que Dios nos ama sea en todos. Amén

¡Felices Pascuas!