Honrar, celebrar, bendecir

Los hijos son parecidos a sus padres; los padres, son parecidos a los abuelos. Mucho de lo que somos es herencia de generación en generación. Desde el aspecto físico: los mismos ojos, las mismas manos, la misma manera de caminar o de hablar; hasta la manera de ser y por supuesto, de actuar. Esta herencia también es transmitida a los hijos adoptivos, que sin compartir la misma genética, van conformándose a sus padres a tal punto, que llegan a tener muchos parecidos físicos.

¿Cuál es la herencia que recibimos de nuestros ancestros? El amor y los valores humanos se transmiten de generación en generación. Y también las heridas o lo no sanado o irresuelto. Por eso necesitamos mirar hacia atrás, a los que nos precedieron en el camino de la vida, recordar y purificar la memoria, ordenar y perdonar, para que el amor pueda fluir con más fuerza en nuestra historia familiar.

¿Qué cosas de nuestra historia familiar se hacen presentes en el hoy de nuestras vidas? ¿Cuáles son las frases, mandatos, valores y dis-valores que recibimos como legado? ¿Cuáles son los acontecimientos vividos por nuestros ancestros que necesitamos seguir aceptando, perdonando, reparando?

Honrar a las personas que nos precedieron en la familia nos ayuda a celebrar nuestra vida, y a ocupar el lugar que nos corresponde en nuestro árbol genealógico. Sólo así podemos dejar que el amor y la gracia se derramen como un don y una bendición hacia nuestros hijos y nietos, de generación en generación.

Inés Ordoñez de Lanús