Entre el 19 y el 26 de agosto tuvo lugar en la «Casa de Maria» el retiro de oración contemplativa para hijos del SEA donde participaron 18 chilenas y chilenos. La Marcela Rueda quiso compartir con todos nosotros lo que significó para ella dedicarle toda una semana al Señor en comunión con sus hermanos de este lado de la cordillera.
Queridas chilenas del retiro:
Les escribo con los escalofríos del virus pero con un corazón en llamas luego de lo vivido en el retiro.
Elegí un retiro en Bs.As. pensando dejar a un lado lo chileno. Quería estar con Dios como más sola, en una complicidad de mirarlo a Él, desde mi pobreza, y saberme mirada por Él con su inmenso amor…Entonces creí que era bueno arrancarme a un rincón donde desconectarme de lo que me toca vivir a diario.
Cuando vi la lista con tantas personas de Chile me reí del humor del Señor y me dije: ¿Qué me tendrá preparado? ¡Nunca se me ocurrió que me tenía un regalo tan grande y que me tiene tan conmovida!
Algo compartí el último día… ¡No se imaginan lo que ha sido para mí ser testigo del paso de Dios por sus vidas! Mal que mal las he ido conociendo en estos años, a unas más a otras menos… pero creo que puedo decir que las conozco y sobretodo que las quiero. Por supuesto que, por diversas situaciones, me ha tocado ser más cercana con algunas y eso va generando un cariño cada vez mayor.
Vivir esto me confirma, una vez más, que el carisma del SEA y sus metodologías son mi camino para ser la Marcela, en Dios, que Él soñó antes de que mis padres existiesen…
También fue un regalo sentir el cariño que me tienen. ¡De verdad lo experimenté muy hondo!
La experiencia vivida creo que me ayudará a crecer en cosas que corregir y que pude intuir en el retiro.
Un beso grande a cada una esperando que pronto nos mejoremos las atacadas por el virus, Marcela.