«El sembrador salió a sembrar su semilla. Al sembrar, una parte de la semilla cayó al borde del camino, donde fue pisoteada y se la comieron los pájaros del cielo.
Otra parte cayó sobre las piedras y, al brotar, se secó por falta de humedad.
Otra cayó entre las espinas, y estas, brotando al mismo tiempo, la ahogaron.
Otra parte cayó en tierra fértil, brotó y produjo fruto al ciento por uno»
Lc 8,5-8
Nosotros somos la tierra en la que el Señor quiere sembrar su Palabra. Nosotros somos la tierra necesitada de una semilla de Buena Noticia que fecunde nuestra vida. También nosotros podemos identificarnos como la tierra al borde del camino: a veces escuchamos la Palabra de Dios, y estamos distraídos, dispersos y no nos damos cuenta de su novedad. Otras veces somos como la tierra entre piedras: escuchamos la Palabra con alegría, pero no la asumimos, no la rumiamos, no la incorporamos… y la semilla que crece se seca al poco tiempo sin dar frutos. Otras veces, la escuchamos, pero estamos tan a mil, en una vorágine que nos aturde, con el corazón agitado, inquieto, llenos de preocupaciones,y no la podemos encarnar.
¡Ayudanos, Señor, a escuchar tu Palabra como tierra buena! A recibirla, asimilarla, incorporarla y hacerla fecundar en nuestra tierra para que dé frutos… para que fructifique en nuestra vida una Buena Noticia que nos alegre, que nos haga vivir. Nadie mejor que vos, María, para enseñarnos a escuchar, y guardar la palabra en nuestro corazón, rumiarla, asumirla, incorporarla, amarla, gustarla, y anunciarla.
Extracto de la meditación de Inés Ordoñez de Lanús, 17 septiembre 2016.
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