Cada instante es Ya, es el Señor. Eso nos llena de alegría, y sostiene todo lo otro que nos va pasando, que está y va a seguir estando… ¡y qué bueno que esté! El Paso del Señor es el sostén, la piedra, la tierra que puede sostener mi tristeza, mi angustia, mi preocupación, mi miedo, mi temor… el desconcierto, la perplejidad; la alegría el entusiasmo, mis ganas de vivir… Porque todo lo que nos pasa… pasa; pero el Paso del Señor pasa en un lugar más profundo, pasa siempre y sostiene todo lo que nos pasa. Hagamos la experiencia, y podremos decir con Santa Teresa: nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda… ¡sólo Dios basta!
Extraído del Retiro del SEA | Abril 2015.