¿Cuándo? El martes 12 de septiembre de 2017
¿Dónde? En la Rural de Palermo, el pabellón que solemos utilizar para las misas de fin de año, «lookeado» para la ocasión.
Esta vez no había angelitos ni pastores. Pero sí asistencia perfecta. O casi. Allí, no estábamos solamente nosotros sino todas las filiales. Este día de la exaltación de la Cruz nos une a todos, y todos estaban allí porque los llevamos en el corazón. Todos acompañando y compartiendo el gran festejo de los 45 años del CESM. Es tiempo de decisiones, de estatutos, de ver qué lugar quiero ocupar dentro de la comunidad.
¿Que imágenes me quedaron sobrevolando?
Los chiquitos llevando velitas para poner a los pies de María del Sea y rodeando la Cruz.
La imponente imagen de Monseñor Casaretto presidiendo la Eucaristía, todo de colorado.
Juanita y Miguel Lanusse leyendo la primera lectura como matrimonio decano del Centro.
Después, como salpicado, Vicky Cabral cantando el salmo, la voz potente de Fernando Santa Coloma y el coro entonando la canción del SEA. El ruido de los chicos que correteaban por ahí. La impecable dirección de Loli Tassara. El movimiento de las madrinas de las comunidades del SEA repartiendo las fichas en que cada uno de nosotros volvió a elegir ser hijo, caminante, discípulo… nada nuevo. Todo nuevo.
La gran cantidad de personas de pie renovando su consagración al SEA.
Tenerlo a Monseñor Casaretto celebrando la Eucaristía. Sus palabras en la homilía, basadas en una frase de los estatutos (cito de memoria, sepan disculpar algún error) que habla de la oración contemplativa como el medio privilegiado para encarnar la fe en la vida de todos los días.
El broche de oro fue la carta manuscrita del Papa Francisco a Inés, haciéndose presente en nuestra celebración.
Todo nuevo.
Si estuviera hablando de una receta de cocina, diría que todo estuvo espolvoreado de alegría, sonrisas,y gente luminosa.
Pero como no estoy dando una receta de cocina, digo ¡bendita comunidad chica y grande que nos sostiene, nos congrega y nos ayuda a vivir! La energía de celebración, los ojos brillantes, las risas francas y los abrazos apretados hablan por sí solos.
Los que antes eran chicos ahora son grandes, y nosotros, al decir de Piero, «nos vamos volviendo viejos». Me emociona ser testigo de este cambio de conducción, de esta confianza en que el Señor no va a abandonar la obra de sus manos. Llevamos el tesoro del SEA en vasijas de barro, pero igual llegaremos a los confines de la tierra! Gracias a los que entregan su vida para hacerlo posible.
Gabriela V M, vuestra cronista exclusiva