“La oración toca lo esencial de lo que Dios quiere para mí. Es imposible vivir la fe sin oración. Lo que nos une a Cristo, lo que permite vivir en Él es la oración. En la oración recibimos la fuerza que nos da el Señor para hacer frente a nuestros miedos, nuestros juicios”, aseguraba Inés Ordoñez de Lanús, al comenzar el encuentro que ayer, miércoles 4 de mayo, convocó a cerca de 70 personas, en su mayoría, miembros de los Grupos de Oración Magnificat, de la filial San Isidro.
«Creo y confío en el poder de la oración…y quiero encarnarla en mi vida» era el título de esta jornada, que invitaba a las personas a crecer en la oración y renovar la «determinada determinación», en palabras de Santa Teresa.
«Tiene que haber una decisión de fe, para ponerla en práctica, sin importar el resultado. La única mediación es la Palabra… Los primeros grupos de oración fueron integrados por personas que no tenían un camino recorrido. Tenían el deseo y eso los llevó a crecer en la oración contemplativa. Y así surgieron los primeros grupos, allá por los años ’80«, recordó Inés.
Y continuaba: «Por supuesto que nos ayuda el tener ritos para la oración (el banquito, una vela) pero el lugar es nuestro corazón. Y aparecen las resistencias, que son esa parte nuestra que no quiere, que no encuentra el momento. Y nosotros decimos ‘Te doy este tiempo, Señor’. Y es un forcejeo… hasta que la resistencia empieza a perder fuerza, hasta que encuentro el gusto. Pero no vamos a la oración para encontrar paz, para hallar respuestas; vamos a encontrarnos con Dios. Por eso necesitamos tanta ayuda, de nuestra comunidad. Todos estamos llamados a eso. Y el grupo ayuda tanto, ayuda a perseverar, el grupo va sosteniendo mi oración personal, que va y viene«.
«¿Por qué es tan importante la oración? Porque en el silencio se revela nuestra interioridad«, concluyó.
San Isidro, 5 de mayo 2016.