Desde el corazón de la Argentina, el 14 de septiembre la comunidad de Córdoba latió al unísono. Celebrando y dando gracias a Dios, nos reunimos todos en la Eucaristía… todos, los que estamos actualmente y los que ya no están, y acompañamos especialmente el paso de nuestra querida Inés Marochi, que partió a la casa del Padre.
Con la alegría de tener un Oratorio dejamos al Señor Sacramentado en el Sagrario, para visitarlo y adorarlo. Y al finalizar, también compartimos cosas ricas, con la certeza de ser nosotros también Sagrario. ¡Que así SEA!
Regalo del cielo este carisma que celebramos en comunidad!!! Sigue resonando en mi el eco de la delicadeza de Dios y su INMENSO AMOR! La Casa vestida de fiesta y llena de flores ya era un regocijo para el alma. Al iniciar la misa, Cecilia leyó el saludo del Papa Francisco, tan cercano, tan Pastor, tan presente! Esta experiencia de Iglesia que late en un mismo corazón, en Argentina o Roma, en la tierra como en el cielo: oramos, intercedimos, acompañamos íntimamente y con una fuerza impresionante la agonía de Inés Marochi. Honramos su vida y agradecimos tanta entrega a nuestra comunidad, significándolo en la cruz, cáliz y corazón que Aída depositó en las manos de la Virgen María. Un adelanto a lo que está por acontecer, una evidencia de lo que es: estamos en sus manos, somos su Centro, con María vivimos nuestra consagración a Dios. Por eso pronunciamos nuestro SEA con un espíritu renovado, un fervor ardiente, una fe confirmada, una comunidad consolidada y que sigue creciendo. Somos testigos del paso del Señor por la vida de cada uno, ayer fue el Padre Marcelo quien nos dejó ver cuánto se ha dejado modelar por el SEA; misterioso, alegre, atractivo, conmovedor! Gracias Marcelo, damos gloria a Dios! Damos gracias Señor por tu amor, no abandones la obra de tus manos. Aleluya, aleluya!!!
Inés Avalos
Qué bello fue celebrar en comunidad la Fiesta del SEA. Colaborando unos con otros para que todo saliera hermoso, me encantó la disposición de cada uno poniendo su granito de arena, lo vivimos con muchísima alegría. En la celebración Eucarística, donde el Padre Marcelo explicó con claridad que la cruz no es un signo de tortura o muerte sino de vida, donde la iglesia cristiana de Oriente pone en la Cruz una piedra preciosa «ese algo más».
Ese misterio de la resurrección, ese «ver» algo más de Dios.
Explicó que el ser contemplativos no solo significa sentirnos bien y estar en paz, sino que la contemplación es un medio para salir a evangelizar, a ser testigos, a anunciar a Jesús, acompañar en la fe la vida cotidiana y eso nos tiene que llevar al amor, la caridad y la esperanza.Mary Soria