Por Inés Ordoñez de Lanús | Directora General.

Queridos hijos e hijas del SEA; querida comunidad,
Los inicios nos dan la oportunidad de volver a elegir; y a quienes ya nos hemos decidido por Cristo, nos dan la oportunidad de renovar nuestra elección. ¡Qué buena ocasión entonces nos regala el tiempo de Cuaresma, proponiéndonos una nueva mirada hacia nuestras relaciones: con Dios, con nosotros mismos y con los demás!
Con Dios, volver a elegir LA ORACIÓN en sus dos vertientes; la oración continua, que nos mantiene atentos y despiertos a la Presencia de Dios para aprender a vivir en medio de lo cotidiano el cielo en la tierra, y los ratos de oración como un medio privilegiado para aprender a «estar» en intimidad con Dios.
Con nosotros mismos: entendiendo EL AYUNO como un modo de custodiar lo que entra a nuestro corazón, y lo que sale de él. Mirar los excesos de cualquier clase, y proponernos ayunar de todo lo que nos impide ser fieles a nuestra decisión de amar.
La Cuaresma nos invita a estar despiertos y atentos a nuestras tentaciones: poder reconocerlas, desenmascarar lo que se esconde detrás de cada una de ellas y decidir qué queremos hacer frente a ellas: reaccionar por lo que nos provoca o elegir a cada instante actuar nuestra decisión de amar.
Con nuestros hermanos: LA LIMOSNA, entendida como la entrega de todo lo que somos y tenemos, mirando cómo está nuestra capacidad de compartir y de dar de lo nuestro a todos, también a «nuestros enemigos».
Y todo esto realizado con mucho amor, siendo capaces de dejar que el Espíritu Santo nos ayude y enseñe a «integrar» nuestras partes oscuras, lo que no vemos ni escuchamos de nosotros mismos, y lo que nos cuesta ver y escuchar de los demás.
Y esta es la intención que proponemos este año desde el Centro de Espiritualidad Santa María: ahondar individualmente y en comunidad en la tercera etapa del Camino al Corazón, «Integrándonos». ¿Estamos dispuestos? ¿Queremos hacerlo juntos? Ojalá, que desde el corazón de cada uno de nosotros brote un grito profundo que diga: ¡SÍ QUEREMOS! Queremos seguir adelante con el proceso de la integración, y queremos integrarnos como comunidad.
Ya hemos profundizado en la primera etapa: Decidiéndonos; es el deseo el que impulsa nuestras decisiones y nos lanza a la decisión de amar. Ya hemos trabajado en la segunda etapa: Despertándonos, y hemos aprendido que son los imprevistos de la vida los que nos despiertan a nuestra decisión de amar. Vivir decididos y despiertos dinamiza un proceso increíble que nos va integrando e identificando cada vez más con lo que elijo. Y si he elegido a Cristo, el proceso es potente y muy transformador. Y los frutos quedan a la vista. En esta tercera etapa: Integrándonos, son las tentaciones que aparecen en la vida cotidiana las que nos provocan para que integremos lo que todavía está en la oscuridad.
Los invito a recibir el año y este tiempo de Cuaresma con el corazón muy abierto, y deseosos y entusiastas para que nuestro Buen Dios siga realizando su amorosa voluntad en nosotros.
¡Que así SEA!