
Por Inés Ordoñez de Lanús
Querida comunidad:
Estamos decididos a atravesar el umbral del control a la entrega para vivir cada vez más identificados con Jesucristo. Este umbral nos ahonda en el misterio de Jesús resucitado y despierta aún más nuestra conciencia espiritual, que siente la fuerte atracción de nuestro abismo interior habitado por Dios.
Estamos encaminados a experimentar el sabor de la cuarta etapa del Camino al Corazón, “Despojándonos”. De eso se trata el último GEDEC y el nuevo libro que acabo de publicar con su respectivo taller. Queremos sumergirnos en el Misterio pascual y también nosotros morir y resucitar cada día en Jesucristo.
Y de esto se trata este tiempo de Cuaresma que comenzamos hoy: la posibilidad de volver a preguntarnos y de renovar nuestra decisión de dejarnos transformar por la abundancia de la misericordia de nuestro Buen Dios.
La Cuaresma nos invita entonces a reforzar:
La ORACIÓN, que nos mantiene despiertos al Misterio de amor que nos habita. En su mensaje para esta Cuaresma, el Papa nos dice: “Es saludable contemplar más a fondo el Misterio pascual, por el que hemos recibido la misericordia de Dios… ( y esto) es posible sólo en un «cara a cara» con el Señor crucificado y resucitado «que me amó y se entregó por mí» (Gal 2,20)… Un diálogo de corazón a corazón, de amigo a amigo. Por eso la oración es tan importante en el tiempo cuaresmal… Cuanto más nos dejemos fascinar por su Palabra, más lograremos experimentar su misericordia gratuita hacia nosotros”.
Y nos sigue diciendo: «La oración puede asumir formas distintas, pero lo que verdaderamente cuenta a los ojos de Dios es que penetre dentro de nosotros, hasta llegar a toca la dureza de nuestro corazón, para convertirlo cada vez más al Señor y a su voluntad”.
Y por eso la necesidad del AYUNO. Ayunar de tantos malos hábitos, excesos y apegos que nos alejan de este “más” que anhelamos. Cuán necesario es mantenernos despiertos para darnos cuenta de todo lo que nos aleja de nuestra decisión de amar.
Y caminando esta cuarta etapa cuán oportuno es también revisar lo que entendemos por LIMOSNA. Volver a preguntarnos cómo impactan en nosotros las necesidades de nuestros hermanos más carenciados y cómo actuamos en consecuencia. “Compartir -nos dice el Papa- nos hace más humanos, mientras que acumular conlleva el riesgo de embrutecernos ya que nos cerramos en nuestro propio egoísmo”.
Poner el Misterio pascual en el centro de nuestra vida significa también preguntarnos cómo impacta en nosotros el sufrimiento de las numerosas víctimas de los flagelos de nuestro tiempo y sentir compasión por las llagas de Cristo que reconocemos en ellas. (Cf. Mensaje del Papa para la Cuaresma 2020)
En Argentina estamos viviendo el Año Mariano. Pidámosle a nuestra Madre del SEA que sea ella quien nos mantenga decididos y despiertos en esta Cuaresma y que nos enseñe a dejarnos despojar cada día para aprender a vivir con alegría la libertad de los hijos de Dios.
IneSEA
Miércoles de ceniza – 26 de febrero 2020