Querida comunidad,
Termina nuestro año litúrgico y comienza el Adviento. Juntos nos ponemos en camino hacia Belén para ser testigos del misterio de DIOS CON NOSOTROS, el Emmanuel.

¡Pongámonos en camino! Y mientras vamos caminando, contemplemos el acontecimiento: un censo, un viaje largo, una mujer embarazada, un pueblo atestado de gente… Un parto en la mitad de la noche… Un acontecimiento que manifiesta la grandeza y la fragilidad de nuestra condición humana. En la ciudad: bullicio; en el establo: silencio, mientras que las entrañas de María daban a luz al Eterno.
María y José tuvieron que aprender el “evangelio del imprevisto”. Nada sucedería de acuerdo a la lógica de su pensamiento, o a lo previsible. Reconocieron en los acontecimientos de su vida el camino que debían seguir…y así lo hicieron. Belén, el censo, la falta de lugar, el parto a media noche…
Nada sucedió como lo habían pensado… sucedió como Dios lo había elegido… y así lo creyeron y lo recibieron.
Mirando nuestra vida: ¿Cómo recibimos los imprevistos de cada día, lo que no podemos controlar, lo que está fuera de nuestros planes? ¿Cómo nos abrimos a vivir lo que no queremos que pase, lo que no queremos que nos digan, lo que no queremos que otros hagan…?
En este tiempo de Adviento miremos los imprevistos del año transcurrido; cuáles fueron y cómo los hemos vivido. Muchas veces los imprevistos condicionan nuestro estado de ánimo y también nuestra entrega. Todo depende si las cosas pasan como nosotros queremos que pasen. Ponemos condiciones a las personas, a la vida y hasta al mismo Dios!!! Y podemos no darnos cuenta.
En este Adviento queremos darnos cuenta. ¡Que tu Luz Señor ilumine las tinieblas de nuestro corazón!
La vida se presenta así como se presenta. Lo más extraordinario se manifiesta con el ropaje de lo cotidiano. Dios se hace presente en la sencillez de nuestra vida cotidiana y podemos no reconocerlo.
¿De qué manera reconozco a Dios presente en mi vida cotidiana?

Con María y José también nosotros queremos abrirnos al evangelio del imprevisto y caminar hacia Belén pasando por las etapas ya recorridas del Camino al Corazón:
DECIDIÉNDONOS para continuar nuestro camino …
DESPERTÁNDONOS al imprevisto para seguir reconociendo la presencia de Dios en nuestra vida cotidiana: hay algo más allá de lo que vemos, hay algo más dentro de mí mismo que me atrae, me trasciende y me despierta a lo insondable…
INTEGRÁNDONOS, poder darnos cuenta del proceso de integración que se está dando en nuestros cinco espacios, en nuestro adentro y nuestro afuera; en todos los ámbitos de nuestra vida cotidiana, entrando y saliendo en fidelidad a lo que somos…
Recibimos el año que comienza caminando a Belén y preparados para cruzar un nuevo umbral -Del Control a la entrega- y dispuestos a recorrer una nueva etapa, la cuarta etapa del camino al Corazón, DESPOJÁNDONOS.
Los invito a contemplar a María y a José caminando hacia Belén y a preguntarnos junto a ellos el camino que hemos recorrido juntos como comunidad.
Los años anteriores hemos caminado las tres primeras etapas del camino al corazón.
¿En qué parte del camino me encuentro en este momento? Quizás necesito detenerme aún más
en la primera etapa; necesito decidirme aún más por Jesucristo. O quizás me
encuentro dormido en algunos aspectos de mi vida. Quisiera pedir ayuda para
vivir más despierto!!! Y esta tercera
etapa que hemos recorrido este año: integrándonos. Me resulta todo un desafío
al que quiero permanecer atento.
¿Cómo estoy para cruzar un nuevo umbral y adentrarnos en la etapa del Despojándonos?
María y José nos invitan a caminar juntos estas cuatro semanas para llegar a Belén decididos y despiertos. Y a los pies del pesebre, agradecidos por la maravilla del proceso de integración que Dios está realizando en nosotros, recibir al Niño en el pesebre de nuestro corazón humilde y despojado. Porque así Dios lo ha elegido… y nosotros también!!!
¿De qué tenemos que despojarnos para seguir identificándonos con Jesucristo? ¡Tenemos tantas cosas! ¡Tanto más de lo que necesitamos!
Para atravesar este nuevo umbral tenemos que atravesar dos membranas:
La membrana del tengo; y la membrana de la entrega.
¿Qué elijo hacer con todo lo que tengo? ¿Cómo quiero vivir mi entrega cotidiana? Para atravesar el umbral del control a la entrega tengo que pasar por estas dos membranas y responder esas dos preguntas.
Dejemos que resuenen en nuestros corazones estas cuatro semanas. Esta cuarta etapa del Camino al Corazón nos invita a dar un paso más en la radicalidad de nuestra entrega a nuestros hermanos y a Dios. Soltar los controles a los que estamos aferrados y animarnos a la experiencia del vacío para ser colmados por la abundancia de Dios. ¡Despojarnos de lo superfluo para descubrir lo esencial! ¡Despojarnos y entregarnos para recibir vida en abundancia!
Pero entonces surge de nuevo la pregunta: ¿De qué quiero despojarme? ¿De qué me ha despojado la vida y todavía no lo puedo entregar?
¡El Camino al Corazón es una aventura maravillosa! ¡Ya lo estamos experimentando! Ya conocemos el gozo de la felicidad, el sabor de la plenitud y la alegría de compartirlo en comunidad!
María y José nos invitan a caminar juntos a Belén disponiéndonos en comunidad a atravesar este nuevo umbral para recorrer la cuarta etapa del Camino al corazón. Hacia allí vamos! La estrella nos guía e ilumina.
Te pido Señor, tu bendición para toda esta comunidad que anhelamos vivir según tu promesa. Que aprendamos a caminar juntos, despojados de todo lo que nos impida vivir “en la tierra como en el cielo”.
Que tu Espíritu Santo ilumine nuestro camino de Adviento y que seas vos, María del SEA quien nos acompañe y ayude a atravesar este nuevo umbral del Camino al Corazón.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, Amén. Que así SEA.
Noviembre 2019