Cambio de Directora en el CESM de Santiago, Chile

Escribo todavía decantando las emociones vividas estos días, con la visita de Inés, para celebrar estos 40 años del Centro y confirmar a Sarita como nueva directora. Ya Inés había mandado un correo diciendo que la Misa sería, también, para darme las gracias por los años en que me tocó ser directora pero nunca pensé que iba a recibir tantas muestras de cariño… que me tienen tan emocionada, con el corazón que no me cabe, traspasado, pero de amor.

Ya, el Señor, una vez más, nos regalaba en las lecturas del día lo que es esta comunidad del SEA, que nos invita a vivir en el amor. Con Sarita no sabíamos qué ceremonia quería hacer Inés así que ninguna de las dos preparamos nada.

Ya, antes de la llegada de Inés, recibí gestos, correos, compartidas que me emocionaron…

Al ver la capilla llena y al padre Gustavo y Juan Agustín, que llegaron de sorpresa a concelebrar, creí que mi corazón iba a explotar.

La presencia de Guille, nuestros hijos, nueras y algunos nietos, a quienes seguramente les he faltado en este tiempo en que me tocó ser directora, pero que siempre me apoyaron, me confirma como los laicos podemos servir a nuestra querida Iglesia.

El rito de traspaso fue precioso y feliz pude ver a la Sarita, frente al Santísimo y a la Virgen, decidida a entregar lo mejor de ella en este nuevo desafío para el cual fue elegida.

Casi me muero cuando, después de la comunión, Inés vuelve al altar y me hace pasar para agradecer mi gestión. Yo ya me sentía agradecida de más…

Para rematar todo esto, Paz Infante leyó la carta de Horacio Rodríguez que, desde el día anterior, cuando me llegó, me tenía demasiado conmovida…

¡Cómo agradecerles a todos……! ¡A Inés, por su confianza! ¡A Guille y nuestros hijos!!!!! ¡A mis padres, que me acompañaron desde el cielo! ¡A todos los que formaron equipos conmigo y me aconsejaron… yo sola no hubiese podido! ¡ A los sacerdotes que nos acompañan, que nos vuelven a traer a Jesús vivo al altar, para celebrar la vida con Él!  ¡A esta maravillosa Comunidad del SEA!

¡Imposible nombrar a tantos!

Creo que la mejor manera de darles gracias, a cada uno de ustedes, es pedirle al Señor y a la Virgen les muestren su amor, que será mucho mayor que el mío. Especialmente les pido que, así como se hicieron presentes conmigo en pequeñas cosas de la vida diaria, que me confirmaban nuestro carisma y mi labor, se hagan presentes a Sarita y la acompañen en su ser directora, con tanta ternura como lo hicieron conmigo.

¡Gracias, gracias… Señor!

Marcela Rueda