Breve historia del CESM en Monterrey

Por Cristina Fernández Pozas

Para nosotros es un motivo de gran alegría poder celebrar con ustedes estos 30 años de interminables regalos que la Iglesia ha recibido a través del CESM. Nos unimos a su acción de gracias que también es la nuestra. Nos sentimos parte de la comunidad, y celebramos cantando con María alabanzas porque el Señor ha hecho grandes cosas. ¡Que Bueno es el Señor! con ustedes nos movemos al ritmo del SEA en un sólo corazón, el de Jesús, y en él, en el de la Madre.

Como filial Monterrey tiene ya 11 años disfrutando de la maternidad espiritual del Centro, especialmente de Inés y de sus colaboradoras más cercanas. ¡Cuántas gracias del Señor hemos recibido! Tantas experiencias hermosas, tanta realidad de vida, tanto bien que ustedes nos han hecho.
Han pasado muchas cosas desde aquel SEA que me cautivó en Cariló allá por el 94, cuando no tenía ni idea que proyección tendría, ni que querría de él el Señor en Monterrey, sólo recuerdo que mi corazón latía y confiaba en que el Sea era de María y como ella me debía dejar llevar. ¡qué suave es cuando me dejo llevar!

Sin embargo, no siempre lo hago, y muy pronto me asaltaron las dudas y los miedos, ¿sería todo esto de Dios?
«-Por sus frutos los reconoceréis-» me recordaba Inés al confiárselos. Y yo veía los frutos, los palpaba, además estaba ahí ese impulso interior del Espíritu que más allá de mi conciencia y mis dudas, me hacía seguir adelante. Me daba cuenta de mi propia limitación, de las dificultades para formar los grupos, para su perseverancia, de lo lento que caminaban, de las poquitas personas que éramos. Mucha gente pasaba y no se quedaba.
Eran los planes y los tiempos de Dios, no los míos, y María me llevaba de la mano casi sin darme cuenta.

A mi regreso de Cariló me estaban esperando ya, ávidas de alimento espiritual, mi grupo de oración, que se conviritió en el primer grupo Magníficat de Monterrey, mismo que posteriormente pasaría a ser el grupo «Madre». Cuánto nos pesaba esa palabrita, madre, pero el Señor nos fue llevando a dar los primeros talleres de oración de los que se formarían otros «Grupos de Oración Magníficat», nombre con el cual fuimos conocidos en la Arquidiócesis y como tales -y gracias a nuestro querido y buen amigo Mons. Galván-, nos dieron permiso de operar dentro de la Iglesia. ¡qué de aventuras y bonitos recuerdos con mis hermanas del Tabor!

Nuestro trabajo y empeño era solamente formar grupos de oración y dar la formación y apoyo espiritual necesario para que éstos perseveraran y se fortalecieran, no dábamos para más. Por lo tanto comenzamos dando los talleres relacionados con la oración, veíamos los videos de Inés, y nos formábamos en la oración contemplativa, junto con algunos desiertos ó retiros.

Actualmente somos alrededor de 120 personas que participamos en 14 grupos de oración, de éstos, 9 tienen más de 3 años, han pasado por el cedazo, se ha cribado, con altas y bajas, con personas que han llegado para quedarse, y con otras muchas que han pasado, tomado lo que necesitan y proseguido su camino.

Para estos grupos tenemos por gracia de Dios, cuatro desiertos al año, dos jornadas de formación doctrinal, un retiro anual, el seminario de espiritualidad y la adoración de Navidad. Celebramos el día del Magníficat en mayo y por grupos el Sea en septiembre. También tenemos un pequeño boletín trimestral «Enlace», y desde hace dos años, como muestra que María está con nosotros y que el Señor quiere el SEA propagado aquí en Monterrey, contamos con un asesor eclesiástico para nuestra filial, el Padre Arturo Martínez. (y que ahora estará con ustedes viviendo un retiro del Sea en Luján.)

A partir de enero de 2002, de acuerdo a las directrices de Inés para crecer en un futuro en otras áreas como filial, y para tener una estructura más acorde con las demás filiales que nos facilite el trabajo, reorganizamos nuestra estructura organizacional. El grupo madre ahora vela el caminar de la filial, ya cumplió su misión, dio a luz a ese nuevo grupo encargado ahora de la transmisión del Sea. Somos pocas, y hablo en femenino porque la mayoría somos mujeres, necesitamos que el Señor conquiste para el Sea el corazón de los varones. Estamos trabajando en ello.

De un tiempo para acá, ofrecemos otros talleres como las Moradas de Santa Teresa, el de Comunicación, los Ejercicios de Contemplación de Jalics, y seguimos el plan de formación sugerido por el CESM.

De parte del Centro tuvimos una madrina estrella, Dolores Gutiérrez, que con mucho amor nos acompañó hasta hace varios meses, se volvió parte de nuestra comunidad. Dejó en su lugar a Teresa Romero, otro regalo que el Señor le hace a nuestra filial. Y qué decir de Inés Lanús, quién ha venido en dos ocasiones, sus visitas nos causan revuelo, nos vitaminan, nos renuevan, y nos encuerdan para trabajar, aunque después aflojemos el paso.
Seguimos necesitando de su ayuda, de la comunidad del Sea, de su oración, de su generosidad y de su presencia.
¡Todos son bienvenidos por acá!

Para que caminemos juntos porque el camino del Sea es arduo y ligero a la vez, comprometido como el Señor se compromete con nosotros, es un regalo de Jesús y de María, un privilegio para todos, no por ser buenos, sino porque él es Bueno, y queremos unirnos a El. Sabemos que si experimentamos Su bondad aprenderemos a vivir la tensión que este camino provoca.
Esta es mi experiencia, vivir en tensión. Una tensión que me tonifica, me desinstala, me hace crecer, me llena de esperanza y sobretodo me va enseñando a amar, permitiéndome vivir a Dios en mi interior llenándome de paz. ¡Y esto, vale la pena! Porque cuánta tensión entre lo que soy por obra del Señor, de las grandes maravillas que ha hecho en mi, y el largo camino que todavía me falta por recorrer, conciente de estar sostenida por El. Tensión por lo quiero y no puedo, tensión entre mi miseria y Su misericordia, tensión por querer amarlo a El con el corazón y preferir muchas veces los ídolos del mundo.
Tensión entre la alegría de los hijos de Dios y la tristeza del pecado. Tensión entre querer hacer hasta lo imposible por hacer adoradores del Señor y no poder ni siquiera serlo yo. Tensión entre el amor y el egoísmo. Cuánto dolor en el no poder darme al sentirme tan regalada, tan consentida. Eso me tensiona y duele y duele mucho.
Tensión por no poder pronunciar todavía desde lo más profundo de mi corazón un sí que abarque todo mi ser en todas las circunstancias y áreas de mi vida, pero con la esperanza que cuento con Su gracia para lograrlo.

Así estoy, feliz de vivir esta tensión como don, porque es la tensión del ser humano limitado, pero amado y llamado a vivir en Dios la plenitud, a ser feliz entregando la vida y alabándolo. Estoy feliz de compartir esta fiesta de los 30 años con la que personalmente me siento identificada, porque el Sea de María es lo que le pido al Señor me regale y nos regale a mucha gente. Esa es la alegría más grande, que aquí en Monterrey ya hay más personas que lo desean conmigo, habemos varias, quizá muchas, cada quien a su estilo, en su ambiente, desde su ser individual, que quiere pronunciar ese SEA rotundo, ¡que Sea en mi Señor lo que quieras, cuando quieras como Tú lo quieras!

¡Felicidades Argentina!
En el amor de Jesús y de María, con mucho cariño.

Monterrey, 2002.