Un nuevo gesto misionero organizó la diócesis de San Isidro, esta vez en el Puerto de Frutos del Tigre, donde instaló una «carpa misionera» durante el Jueves y Viernes de Semana Santa.
Como un gesto de cercanía y llevando la «presencia» de Jesús, en medio de todo lo que el puerto ofrece a quienes pasean y trabajan allí, Monseñor Oscar Ojea, junto a sacerdotes y ministros acompañaron a cientos de personas que se acercaban al lugar. Acompañantes del CESM, que se unieron a esta misión, nos comparten su experiencia y testimonio.
Acompañar al Obispo de San Isidro en el gesto misionero, en los distintos decanatos y en las diferentes épocas del calendario litúrgico, es un servicio totalmente desinteresado, desapegado y de total entrega, que nos permite tomar conciencia de la dimensión de la misión evangelizadora que realizó Jesús, en su tiempo y su realidad.
Y hoy es posible en los distintos ámbitos de la ciudad así como lo hizo Jesús, que en cada lugar donde se realice las personas son distintas y diferentes, ya que el gesto se realiza en una estación de tren, en un cementerio o como en Pascua en el mercado de frutos de Tigre durante el Jueves y Viernes Santo. Nuestra experiencia vivida como Acompañantes Espirutuales en este caso a través del Ministerio de la Escucha fue algo maravilloso y conmovedor, ya que la diversidad de personas es enorme, desde los trabajadores que atienden los locales y puestos de artesanos, los agentes de tránsito, el personal de Prefectura, los camioneros que descargaban mercadería, el personal de las lanchas colectivas, los visitantes del puerto, los turistas extranjeros y también personas de otras religiones… Además de los servidores de la diócesis con diferentes carismas.
En el transcurso de la jornada que duró 8 horas, el gesto tuvo distintos momentos, desde recorrer todo el predio del lugar, hasta quedarnos en la carpa recibiendo las intenciones de quienes se acercaban al pequeño altar con la Virgen de Luján y la Cruz, la bendición del Obispo y sacerdotes, el lavado de pies de 12 personas, las palabras del Obispo, y la exposición del Santísimo. En nosotras, las acompañantes, toda esta diversidad hizo que estuviéramos, desde nuestra pequeñez, sabiendo que solo somos instrumentos del Señor, atentas, disponibles, con el corazón totalmente abierto a recibir a cada persona que Dios nos puso frente a nosotras, a percibir la necesidad de cada persona, para poderlos acoger y acompañar en lo que cada uno nos compartiera, desde una larga escucha, hasta una pequeño gesto de amor, agradecimiento, abrazo, una mirada tierna, conmovedora, triste, y también dura, o un gesto de rechazo…algunas lágrimas.
Como cierre, pudimos contemplar la presencia y la gracia de Dios a través del Espíritu Santo, en la pequeñez del Santísimo expuesto ante tantas personas que pasaban frente a El.
Con este testimonio de nuestra experiencia personal , queremos transmitir a toda la comunidad que acompañar al Obispo es un regalo maravilloso, que vale la pena vivirlo, que se animen, que el abajarse como lo hizo Jesús, es un gesto de humildad que nos transforma en nuestro caminar.«Si logro ayudar a una sola persona a vivir mejor, eso ya justifica la entrega de mi vida» Francisco (Evangelii Gaudium).
Que SEA en nosotras. Amén.
Candy y Maria Clara
Fotos: https://www.facebook.com/obispadosi